
El papel de los milagros hoy Señales divinas en la vida del creyente contemporáneo
Los milagros siempre han despertado asombro, esperanza y, a la vez, cuestionamientos. Desde las páginas de la Biblia hasta los testimonios actuales, el ser humano se ha sentido interpelado por esos eventos extraordinarios que parecen romper el curso natural de la realidad. Pero surge una pregunta crucial: ¿siguen ocurriendo los milagros en nuestros días, o fueron únicamente señales para los tiempos bíblicos?
La respuesta a esta cuestión no es uniforme dentro de la cristiandad. Mientras algunos sostienen que los milagros cesaron con la era apostólica, otros afirman que continúan manifestándose como expresiones vivas del poder y la gracia de Dios.
¿Qué entendemos por milagro?
En sentido general, un milagro es un acto extraordinario de Dios que trasciende las leyes naturales y apunta a su poder, gloria y propósito. No se trata simplemente de un fenómeno sorprendente o inusual, sino de una acción intencional del Creador en la historia humana.
En la Biblia, los milagros reciben diferentes nombres: “señales”, “prodigios” y “maravillas”. Estos términos resaltan no solo lo sobrenatural del evento, sino también su propósito: señalar hacia Dios y revelar su carácter.
Milagros en la Biblia: un recorrido
a) En el Antiguo Testamento
Los milagros se presentan como manifestaciones de la soberanía de Dios sobre la naturaleza y la historia:
- La apertura del Mar Rojo (Éxodo 14).
- El maná en el desierto (Éxodo 16).
- La protección de Daniel en el foso de los leones (Daniel 6).
Cada milagro no era un simple espectáculo, sino un recordatorio de la fidelidad y poder de Dios.
b) En el ministerio de Jesús
Los evangelios registran que Jesús realizó múltiples milagros: sanidades, liberaciones, control de la naturaleza y hasta la resurrección de muertos. Estos milagros confirmaban su identidad como Mesías y manifestaban la llegada del Reino de Dios (Mateo 11:4-5).
c) En la Iglesia primitiva
El libro de los Hechos muestra cómo los apóstoles realizaron milagros en el nombre de Jesús, confirmando el mensaje del evangelio y abriendo puertas para la fe (Hechos 5:12-16).
El propósito de los milagros
Los milagros no son caprichos divinos ni meros actos de poder. Tienen propósitos específicos:
- Glorificar a Dios: Todo milagro apunta a su grandeza y bondad.
- Confirmar la Palabra: Las señales respaldan la autoridad del mensaje bíblico.
- Mostrar compasión: Muchos milagros de Jesús surgieron de su compasión por los enfermos y necesitados.
- Fortalecer la fe: Proveen esperanza y confianza en el obrar de Dios.
- Anticipar la restauración futura: Cada milagro es un adelanto del Reino venidero, donde no habrá dolor ni muerte.
¿Cesaron los milagros o continúan?
Aquí encontramos dos grandes posiciones en la teología cristiana:
a) Cese del ministerio milagroso
Algunos sostienen que los milagros eran específicos para la era apostólica, como confirmación inicial del evangelio. Argumentan que, con la consolidación de la Escritura, ya no son necesarios en la misma medida.
b) Continuidad de los milagros
Otros afirman que los milagros continúan porque el Espíritu Santo sigue activo en la Iglesia. Pasajes como Juan 14:12, donde Jesús promete que sus discípulos harían “obras aún mayores”, respaldan esta postura.
Ambas visiones buscan ser fieles a la Biblia, aunque enfatizan aspectos diferentes.
Testimonios históricos y actuales
A lo largo de los siglos, la Iglesia ha registrado testimonios de milagros en distintos contextos:
- Padres de la Iglesia: Agustín de Hipona narró milagros de sanidad en su tiempo.
- Movimientos misioneros: Evangelistas han compartido relatos de milagros en contextos de evangelización, especialmente en lugares no alcanzados.
- Experiencias contemporáneas: Sanidades, liberaciones y provisiones sobrenaturales siguen siendo reportadas en diversas comunidades cristianas alrededor del mundo.
Estos testimonios, aunque no reemplazan la Escritura, refuerzan la percepción de que Dios sigue obrando de manera extraordinaria.
Milagros y ciencia: un diálogo necesario
En la era moderna, muchos consideran que los milagros son imposibles porque contradicen las leyes naturales. Sin embargo, desde la perspectiva cristiana, las leyes naturales no limitan a Dios. Más bien, los milagros son intervenciones excepcionales del Creador que trascienden esas leyes sin anularlas.
La ciencia explica cómo funciona el mundo bajo condiciones normales; los milagros señalan que existe un Dios soberano por encima de esas condiciones. Ambos ámbitos, lejos de ser enemigos, pueden dialogar en respeto mutuo.
Experiencia personal de los milagros
¿Cómo puede un creyente experimentar los milagros hoy?
- A través de la oración perseverante: La Biblia llama a pedir con fe (Santiago 5:14-15).
- En la comunidad de fe: Muchas veces los milagros suceden en el contexto de la iglesia reunida.
- En la misión: Dios confirma su Palabra con señales cuando el evangelio se expande (Marcos 16:20).
- En la vida cotidiana: Más allá de lo espectacular, la provisión diaria, la protección y las oportunidades divinas son milagros que muestran el cuidado de Dios.
Peligros a evitar
Hablar de milagros requiere discernimiento. Existen peligros como:
- Espectacularismo: Buscar milagros por curiosidad o fama, en vez de por la gloria de Dios.
- Manipulación: Líderes que utilizan supuestos milagros para obtener beneficios.
- Desánimo: Creer que Dios no responde cuando no ocurre el milagro esperado.
La clave está en recordar que Dios sigue siendo soberano: Él decide cuándo y cómo obrar.
El milagro más grande: la salvación
Aunque los milagros físicos son sorprendentes, el mayor milagro es la transformación de un corazón humano por la gracia de Cristo. La conversión, el perdón de los pecados y la nueva vida en Cristo son manifestaciones del poder divino más profundas que cualquier señal externa.
Este milagro espiritual es accesible a todos los que creen, y su impacto es eterno.
Una mirada escatológica a los milagros
Finalmente, los milagros apuntan hacia la consumación futura. Cada sanidad, cada liberación, cada provisión extraordinaria es un anticipo del día en que Dios hará nuevas todas las cosas. En el Reino eterno, los milagros ya no serán necesarios, porque la perfección habrá llegado y la presencia de Dios llenará todo.
El papel de los milagros hoy sigue siendo relevante y necesario. Aunque hay diversidad de opiniones sobre su frecuencia o su función, lo cierto es que Dios no ha cambiado: sigue siendo todopoderoso, compasivo y cercano a su pueblo.
Los milagros no deben ser vistos como un fin en sí mismos, sino como señales que apuntan a Cristo y fortalecen la fe de los creyentes. Más allá de lo extraordinario, el milagro supremo es la vida transformada por el evangelio, que prepara a la humanidad para la esperanza final en la eternidad.