
Entre Letras y Símbolos Cómo Interpretar el Lenguaje Figurado y Literal en la Biblia
La Biblia no es un libro ordinario.
Es un conjunto de textos sagrados escritos a lo largo de más de mil años, por diferentes autores, en distintos idiomas y contextos históricos, pero con una unidad divina profunda.
En sus páginas, la Palabra de Dios se expresa con una variedad literaria sorprendente: poesía, historia, profecía, parábolas, himnos, proverbios y apocalipsis. Y dentro de esa diversidad, uno de los mayores desafíos para el lector moderno es distinguir cuándo un texto habla literalmente y cuándo lo hace en sentido figurado.
El lenguaje figurativo en la Biblia no debilita la verdad del mensaje; al contrario, la amplifica y la embellece.
Dios eligió comunicarse no solo con leyes o doctrinas, sino también con imágenes, metáforas y símbolos que conectan la mente con el corazón.
Sin embargo, cuando se confunden los límites entre lo literal y lo figurado, surgen malentendidos que pueden distorsionar la interpretación y el propósito del texto sagrado.
La Biblia: Palabra viva, lenguaje humano
La Biblia, aunque inspirada por el Espíritu Santo, fue escrita en lenguaje humano.
Sus autores usaron los recursos literarios de su época para comunicar verdades eternas. Así como un pintor combina colores para expresar una emoción, los escritores bíblicos usaron metáforas, hipérboles, comparaciones y figuras retóricas para transmitir la gloria de lo inefable.
Por eso, cuando Jesús dijo:
“Yo soy la puerta” (Juan 10:9)
no estaba hablando literalmente de ser una puerta de madera, sino usando una metáfora espiritual para revelar su papel como el único acceso a la salvación.
Y cuando el Salmo 23 proclama:
“El Señor es mi pastor”,
no significa que Dios lleve un cayado o viva en un campo, sino que cuida, guía y protege como un pastor a su rebaño.
Comprender estas formas literarias no debilita la fe, sino que la profundiza, porque nos permite escuchar la Palabra con el oído que el Espíritu Santo quiso activar: el oído del discernimiento.
¿Por qué Dios usa lenguaje figurado?
Dios no necesita hablar en metáforas para ser entendido, pero elige hacerlo porque el ser humano piensa, siente y se comunica simbólicamente.
Desde la creación, los símbolos han sido parte del lenguaje de Dios: el arco iris como señal del pacto, el fuego como presencia divina, el pan y el vino como memoria de Cristo.
Las figuras de lenguaje en la Biblia sirven para:
- Revelar lo invisible: Las metáforas ayudan a comprender verdades espirituales que trascienden la lógica humana.
Ejemplo: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14). - Conectar la mente con el corazón: El lenguaje poético no solo informa, sino que transforma.
Ejemplo: Los Salmos convierten el sufrimiento en alabanza a través de imágenes poderosas. - Aumentar la retención del mensaje: Las parábolas y símiles se recuerdan mejor que los conceptos abstractos.
Jesús lo sabía y por eso enseñaba “por parábolas” (Mateo 13:34). - Proteger la verdad: En ciertos contextos, la enseñanza figurativa ocultaba el mensaje a los incrédulos, pero lo revelaba a los humildes (Mateo 13:10-17).
En definitiva, Dios usa el lenguaje figurado porque el corazón humano entiende mejor cuando el alma es tocada por imágenes.
Tipos principales de lenguaje figurativo en la Biblia
El lenguaje figurativo abarca muchas formas, pero las más comunes en la Escritura son las siguientes:
a) Metáforas
Comparaciones implícitas que afirman una identidad simbólica.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos” (Juan 15:5).
Jesús no es literalmente una planta, pero sí es la fuente de vida y fruto espiritual.
b) Símiles
Comparaciones explícitas que usan “como” o “semejante a”.
“El justo florecerá como la palmera” (Salmo 92:12).
El símil describe el crecimiento firme del creyente.
c) Alegorías
Narraciones completas donde cada elemento tiene un significado espiritual.
La “parábola del sembrador” (Mateo 13:3-9) es una alegoría de la recepción del Evangelio.
d) Hipérboles
Exageraciones intencionadas para enfatizar una verdad.
“Si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo” (Mateo 5:29).
Jesús no llama a la automutilación, sino a una santidad radical.
e) Símbolos
Objetos o imágenes con significado espiritual permanente.
El cordero representa a Cristo, el aceite al Espíritu Santo, el agua a la vida eterna.
f) Antítesis y paralelismos
Frecuentes en los Salmos y Proverbios, donde se contraponen ideas o se refuerza un pensamiento.
“El necio menosprecia la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7).
Cada figura requiere sensibilidad espiritual y atención al contexto histórico y literario.
La importancia del contexto: el guardián del significado
Si hay una regla fundamental para interpretar correctamente la Biblia es esta:
el contexto determina el sentido.
Ningún versículo puede interpretarse aislado de su entorno.
a) Contexto inmediato
Antes de decidir si algo es literal o simbólico, observa los versículos anteriores y posteriores.
Ejemplo: Cuando Jesús dice “Comed mi carne y bebed mi sangre” (Juan 6:53), el contexto muestra que habla espiritualmente, no caníbalmente.
b) Contexto cultural
Muchas expresiones reflejan costumbres antiguas.
“Ceñirse los lomos” (1 Pedro 1:13) era una acción física que simbolizaba preparación espiritual.
c) Contexto literario
No se interpreta igual un Salmo poético que una ley mosaica o una profecía apocalíptica.
Cada género tiene su propia manera de comunicar la verdad divina.
d) Contexto teológico
La Biblia interpreta la Biblia.
El mensaje de un pasaje debe armonizar con el resto de la Escritura, porque Dios no se contradice.
La metáfora nunca debe usarse para negar una verdad doctrinal literal.
Peligros de una mala interpretación
Cuando se confunden los niveles del lenguaje bíblico, se puede caer en dos errores extremos:
a) El literalismo rígido
Consiste en leer todo como si fuera prosa directa, ignorando la poesía o el simbolismo.
Esto lleva a absurdos o a una visión distorsionada de Dios.
Ejemplo: interpretar literalmente que “Dios tiene alas” (Salmo 91:4) sin entender que se trata de una imagen de protección.
b) El espiritualismo excesivo
El otro extremo es alegorizarlo todo, eliminando el sentido histórico.
Algunos llegan a negar hechos reales —como la resurrección o los milagros— al considerarlos solo “símbolos de fe”.
Pero la fe cristiana descansa sobre hechos reales, no solo ideas espirituales.
El equilibrio está en reconocer el simbolismo sin negar la realidad.
La Biblia usa metáforas, pero para iluminar hechos verdaderos, no para reemplazarlos.
Jesús y el uso magistral del lenguaje figurado
Jesús fue el Maestro de la palabra viva.
Sus parábolas no eran adornos literarios, sino vehículos del Reino.
Cada historia sencilla encerraba verdades eternas.
Cuando hablaba del sembrador, del tesoro escondido o del hijo pródigo, no solo comunicaba ideas, sino que invitaba a la transformación del corazón.
Incluso sus afirmaciones más simbólicas tenían un poder literal en el plano espiritual:
“Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35)
“Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12)
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6)
Cada metáfora de Cristo revela una realidad espiritual concreta: Él es alimento, guía y salvación.
Jesús no usó el lenguaje figurado para ocultar, sino para revelar al corazón dispuesto a escuchar.
El Espíritu Santo: intérprete de la Palabra viva
Ninguna técnica humana basta para comprender plenamente la Biblia.
Por eso, el intérprete necesita la iluminación del Espíritu Santo.
El mismo Espíritu que inspiró la Escritura es quien abre el entendimiento del creyente (1 Corintios 2:10-14).
El Espíritu guía al lector a discernir cuándo el texto debe tomarse literalmente y cuándo figuradamente.
Él no contradice el contexto, sino que da profundidad espiritual al mensaje.
“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, os enseñará todas las cosas.” (Juan 14:26)
La hermenéutica bíblica, por tanto, no es solo una ciencia, sino una comunión: el encuentro entre la mente humana y la sabiduría divina.
Reglas clave para distinguir lo literal de lo metafórico
- Busca el significado natural primero.
A menos que el contexto indique lo contrario, asume que el texto es literal. - Identifica las señales de lenguaje figurado.
Palabras como “como”, “semejante a”, “en forma de”, suelen introducir metáforas o símiles. - Evalúa la posibilidad literal.
Si la interpretación literal contradice la lógica o la doctrina, probablemente es figurada.
(Ejemplo: “Montes aplauden” en Isaías 55:12.) - Analiza el propósito del pasaje.
¿Está el autor instruyendo, narrando o exhortando? Cada intención determina el nivel de literalidad. - Considera la audiencia original.
Lo que para un hebreo era una imagen evidente, para nosotros puede sonar extraño. - Consulta pasajes paralelos.
La Biblia se interpreta a sí misma. Otras referencias pueden aclarar el sentido figurado. - Recuerda el carácter de Dios.
Ninguna interpretación —literal o simbólica— puede contradecir su naturaleza santa, justa y amorosa.
El valor espiritual del lenguaje figurativo
El lenguaje figurado no solo embellece el texto bíblico: revela el corazón de Dios de manera más íntima.
Las metáforas son puentes entre la eternidad y la experiencia humana.
Cuando el profeta Oseas compara el amor de Dios con el amor de un esposo fiel, nos invita a sentir la pasión divina.
Cuando Isaías describe al Mesías como un cordero llevado al matadero, anticipa con poesía la cruz redentora.
El lenguaje simbólico permite que el creyente medite y contemple.
La Biblia no se lee solo para entender, sino para ser transformado.
Cada figura literaria, cuando se interpreta correctamente, lleva al lector a una experiencia de adoración.
La Palabra hecha carne: la metáfora suprema
El mayor ejemplo del lenguaje figurado en acción es la encarnación de Cristo.
El Verbo eterno se hizo carne (Juan 1:14).
El símbolo se volvió sustancia; la metáfora se hizo realidad.
En Jesús, lo espiritual se volvió tangible.
Él es la imagen visible del Dios invisible (Colosenses 1:15).
Toda la Biblia —sus historias, profecías y figuras— apuntan a esa verdad encarnada.
Por eso, entender la diferencia entre lo literal y lo figurado no es un ejercicio académico, sino una forma de conocer mejor al Verbo hecho carne.
La metáfora suprema del Evangelio no es una idea poética, sino una persona viva: Cristo, el cumplimiento de toda figura, símbolo y promesa.
Entre la palabra y el misterio
La Biblia no se interpreta solo con los ojos del intelecto, sino con la humildad del corazón.
El creyente que aprende a distinguir entre lo literal y lo figurado no manipula el texto, sino que se deja moldear por él.El lenguaje figurativo en la Escritura es una invitación:
a mirar más allá de las letras, hacia la luz que las inspira.
A leer con mente clara, pero también con alma despierta.
Porque detrás de cada metáfora, detrás de cada símbolo, hay un Dios que sigue hablando.