
La Ascensión de Jesús Regreso glorioso al Padre y la promesa del Espíritu Santo
La fe cristiana encuentra en la resurrección y ascensión de Jesucristo un fundamento sólido para la esperanza. Tras vencer a la muerte y mostrarse vivo a sus discípulos por cuarenta días, Jesús culminó su misión terrenal ascendiendo al cielo frente a sus seguidores. Este acontecimiento, conocido como la Ascensión, no fue solamente un final glorioso, sino también un puente hacia una nueva etapa en la historia de la salvación: la promesa del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia.
La Ascensión
La Ascensión ocurrió después de los cuarenta días en que Jesús se apareció a sus discípulos tras resucitar. Durante ese tiempo, les enseñó acerca del Reino de Dios, les mostró pruebas de que realmente estaba vivo, y los preparó para su misión de ser testigos hasta los confines de la tierra (Hechos 1:3-8).
El relato principal se encuentra en Hechos 1:9-11, donde Lucas narra que, mientras los discípulos miraban, Jesús fue elevado y una nube lo ocultó de su vista. Dos ángeles aparecieron diciendo: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo habéis visto ir al cielo”.
Mateo, Marcos y Lucas también mencionan la Ascensión, aunque de forma más breve. Marcos (16:19) lo describe sentado a la diestra de Dios, y Lucas (24:50-53) enfatiza la adoración y el gozo de los discípulos tras verlo ascender.
El simbolismo de la nube
La nube que ocultó a Jesús no era un simple fenómeno meteorológico. En la Biblia, la nube representa la gloria de Dios (Éxodo 13:21; Mateo 17:5). Así, la Ascensión fue la entrada de Cristo en la plenitud de la gloria divina, un regreso al lugar de donde había venido.
El significado de la Ascensión
La Ascensión no fue un simple “desaparecer” de Jesús, sino un acto cargado de sentido espiritual y cósmico. A continuación, algunos de sus significados principales:
A. Coronación celestial
Al ascender, Jesús no solo regresó al cielo: fue exaltado y entronizado a la diestra del Padre. Esto significa autoridad, poder y señorío universal. Filipenses 2:9-11 declara que Dios le dio un nombre sobre todo nombre, para que toda rodilla se doble ante Él.
B. Continuidad de su obra
Aunque Jesús ya no está físicamente en la tierra, no abandonó a sus discípulos. Su ministerio continúa desde el cielo, intercediendo por nosotros como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 7:25).
C. Promesa del Espíritu Santo
Antes de ascender, Jesús ordenó a sus discípulos esperar en Jerusalén hasta recibir “el poder de lo alto” (Lucas 24:49). Ese poder sería el Espíritu Santo, derramado en Pentecostés, quien capacitó a la Iglesia para su misión.
D. Anticipo de su regreso
La Ascensión no fue el fin de la historia, sino el preludio de la segunda venida de Cristo. Así como se fue en gloria, volverá en gloria.
La Ascensión y el Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento contiene figuras que anticipan la exaltación de Cristo.
- Enoc: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:24).
- Elías: Fue arrebatado al cielo en un torbellino con un carro de fuego (2 Reyes 2:11).
- Salmos mesiánicos: El Salmo 110 habla del Mesías sentado a la diestra de Dios, cumplido en la Ascensión.
Estos episodios prefiguraban la exaltación suprema de Jesús, quien no solo ascendió, sino que abrió el camino para que los creyentes tengamos esperanza de vida eterna.
La reacción de los discípulos
En lugar de tristeza, los discípulos experimentaron gozo y adoración tras ver a Jesús ascender (Lucas 24:52-53). Ellos entendieron que su partida no era un abandono, sino una transición hacia una nueva etapa de poder y misión.
Pasaron de ser un grupo atemorizado a convertirse en testigos valientes, gracias a la certeza de que Jesús reinaba desde los cielos y pronto enviaría al Consolador.
La Ascensión en la vida de la Iglesia
A. Jesús como Señor de la historia
La Iglesia cree que Cristo reina ahora desde el cielo. Aunque el mal todavía actúa, Jesús tiene la última palabra sobre los acontecimientos.
B. La oración cristiana
Saber que Jesús intercede por nosotros en el cielo da confianza y esperanza en nuestras oraciones.
C. La misión
La Ascensión no significa mirar pasivamente al cielo, sino ser enviados al mundo. Los ángeles en Hechos 1 exhortaron a los discípulos a dejar de mirar y comenzar a actuar.
D. La liturgia
La Ascensión se celebra en el calendario cristiano como una de las fiestas principales, recordando que Cristo reina eternamente.
Implicaciones prácticas para el creyente
La Ascensión nos invita a vivir con perspectiva celestial, sin perder el compromiso terrenal. Algunas aplicaciones:
- Esperanza: Recordar que nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20).
- Identidad: Vivimos bajo la autoridad de un Rey glorificado.
- Misión: Somos embajadores de Cristo en la tierra.
- Confianza: Jesús intercede constantemente por nosotros.
- Disciplina espiritual: Buscar las cosas de arriba (Colosenses 3:1-2).
Una mirada a la promesa del Espíritu Santo
La Ascensión prepara el escenario para Pentecostés. Jesús explicó que era necesario que se fuera para que el Consolador viniera (Juan 16:7). El Espíritu no solo continuaría su obra, sino que también haría posible que los creyentes fueran parte activa del Reino de Dios.
El derramamiento del Espíritu Santo fue la evidencia visible de que Jesús había sido exaltado (Hechos 2:33).
La esperanza de su regreso
Los ángeles en Hechos 1 aseguraron que “este mismo Jesús” volverá. La Ascensión es inseparable de la Parusía (segunda venida). Así, el creyente vive entre dos certezas: Cristo reina ahora desde el cielo, y pronto volverá a establecer su Reino de manera plena.
Meditación guiada sobre la Ascensión
- Leer Hechos 1:1-11 en un lugar tranquilo.
- Observar las promesas de Jesús y la reacción de los discípulos.
- Aplicar: ¿Qué significa para mí vivir bajo el señorío de Cristo exaltado?
- Orar: Entregarle mis preocupaciones y pedir al Espíritu Santo fortaleza para mi misión diaria.
La Ascensión de Jesús no es solo un evento histórico, sino un hito cósmico que conecta el pasado, presente y futuro de la fe cristiana. Nos recuerda que Cristo reina, que intercede por nosotros, que envió a su Espíritu y que volverá en gloria.
Vivir a la luz de la Ascensión es vivir con esperanza activa, con la mirada en el cielo y los pies firmes en la tierra.